Palabras de Cecilia Lugo y Susana Tambutti para Revista DCO

Salutación de Cecilia Lugo, en ocasión de la presentación del número 8 “Mente” de Revista DCO, en la sede del IFAL (Instituto Francés de América latina), Ciudad de México, 11 de julio de 2007.

El lenguaje del cuerpo nunca deja de acompañar la palabra,

bien sea para anunciarla,

contradecirla o matizarla

José Asencio

DCO es una revista que nace bajo el signo de la pasión y de la búsqueda de nuevos territorios de expresión. El texto escrito y el texto danzado inauguran un espacio donde es el DESEO el que justamente hermana, el que los funda desde una perspectiva teórica, abierta, generosa, incluyente.

Esta revista expande, ahora, sus alcances a otras latitudes y hermana pueblos a través del diálogo sensible, que sin dejar a un lado la reflexión concienzuda, privilegia la acción lúdica del intercambio de ideas, la expresión de diferentes voces y diferentes miradas. El rigor académico, convive con la experiencia invaluable de los creadores así como con el pensamiento crítico del especialista; todo ello permeado por un toque de locura vital que le imprime su fundador y director, Gustavo Emilio Rosales.

Este sello le da a esta publicación un valor agregado, pues permite que la pieza, la obra, o sea el texto, tenga una personalidad definida, bella, profunda, compleja, amorosa, pero sobre todo, deseosa.

Dice Fritjof Capra que “la complejidad permite pensarnos desde un lugar en que la emoción no impide la acción, sino que la libera de la tiranía del discurso de la racionalidad excluyente para abrir un espacio de diálogo emocionado”.

DCO es eso, un espacio de encuentro donde es posible un diálogo emocionado de las partes que coinciden en este espacio ritual. Pues así como el escenario es el espacio de la representación del mito, DCO es el espacio ritual de la representación escrita del ritual danzado.

Si la danza es el signo que revela el mapa de paisajes interiores, el lenguaje escrito de danza es el mapa de un mapa, y como tal contiene un doble misterio: el lenguaje del cuerpo y el cuerpo del lenguaje. Ambos se unen en DCO de manera entrañable y poderosa.

Suele decirse que “un gesto vale más que mil palabras”. Lo cierto es que sin el intercambio de estas, solemos malvivir la experiencia de lo humano, atenazados por un doloroso sentimiento de soledad. Sí, la palabra acompaña silenciosa y solidariamente la experiencia del hombre y dan fe de su pasión y su DCO.

Felicidades a Gustavo Emilio Rosales y a Analía Melgar y a todos aquellos que con su esfuerzo y pasión dan vida a este espacio que crea, promueve y alienta un permanente “diálogo emocionado”.


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Salutación de Susana Tambutti, en ocasión de la presentación del número 9/10 “Tercer aniversario” de Revista DCO, en la sede de la Embajada de México en la Argentina, 15 de febrero de 2008.

«Esta revista creada hace tres años por el Sr. Emilio Rosales, periodista, investigador y crítico, y que actualmente cuenta con una editora de la calidad de la lic. Analía Melgar, bailarina y danzaterapeuta argentina, en su corta vida ha adquirido un reconocido prestigio entre los artistas e investigadores de esta disciplina.

»Las distintas ediciones de DCO cubrieron un amplio espectro, abarcando desde las distintas poéticas de principio de siglo XXI, hasta investigaciones acerca de cómo la danza críticamente reconstruye prácticas sociales y propone miradas siempre renovadas acerca del cuerpo y la presencia.

»La revista que hoy presentamos reúne 18 ensayos originales cuyos distintos acercamientos temáticos esbozan epistemologías que reflexionan y articulan el modo en que la presencia del cuerpo deja su marca en las teorías críticas y en las prácticas performáticas.

»Cada uno de los aportes incluidos explora distintos aspectos de esta disciplina poniendo al servicio del lector una variedad de enfoques que son una clara muestra de la diversidad del pensamiento actual y de las nuevas perspectivas teóricas en el campo de los estudios sobre danza. En esta edición especial, hay valiosas contribuciones que, en función de la pluralidad de miradas, ayudan al esclarecimiento y comprensión de los crecientes debates acerca de los modos de representación, el estatuto ontológico de la danza actual, la dinámica de la relación entre coreógrafo y bailarín, así como también excelentes aportes acerca de la dramaturgia de la danza.

»Aunque en este volumen se reúnen textos escritos por artistas e investigadores de muy distinta procedencia, todos ellos de reconocida trayectoria académica, la revista ha logrado salir del ámbito del lector especializado, llegando a los artistas de las distintas artes escénicas, al aficionado y al público en general.

»El esfuerzo y la pasión puestos en este DCO tienen, para mí, hoy un valor agregado: en particular, la aparición de esta edición sucede en un momento muy especial. La danza argentina está hoy atravesando por una situación histórica compleja en donde asoma un peligroso proceso de des-socialización, posiblemente producto del general decaimiento de los lazos sociales, que deja a los artistas solos frente a un sistema que intenta neutralizarlos. Es en este contexto, en que esta revista tiene la potencialidad de transformarse en un espacio abierto para la re-unión de las distintas voces que encuentran cada vez más limitaciones en una sociedad que parece reducirse a una empresa que lucha por sobrevivir en un medio internacional.

»El DECEO es la fuerza motriz de esta revista, por ese motivo es un ejemplo de lucha en un medio que amenaza con crear un abismo sin fondo erosionando toda posibilidad de protección al arte. DCO es necesidad. DCO, ahora sí la revista, entiende esa necesidad y la expresa en su resistencia al desmembramiento en un medio que cada vez más oscila entre la sumisión a la cultura de masas y el repliegue sobre la vida privada.

»Finalmente una recomendación al lector: sugiero detenerse en la apreciación de las imágenes que no sólo son testimonios fotográficos que ilustran los textos sino que poseen en sí mismas un valor artístico apasionante.

»DCO es:

Danza, como una forma del tiempo.

DCO es:

Cultura del Cuerpo, como territorio cargado de representaciones, en donde se proyectan señas de identidad y de alteridad que nos ayudan a comprender mejor el mundo que los envuelve.

DCO es:

Obsesión, obsesión como “asedio”, como aquello que nos permite imaginar cosas nunca vistas, porque si podemos imaginar algo, entonces, también podemos comprenderlo, y para comprender algo, sólo hay que imaginarlo».